martes, 15 de enero de 2013

1. LA NOVELA DE POSGUERRA: NOVELAS INAUGURALES DE LOS AÑOS CUARENTA.


La novela de esta época suele estar ajustada a la permisividad de la censura. Sin embargo, en la década de los cuarenta existen novelas de violencia explícita ligadas al tremendismo (forma de describir la realidad bajo la óptica de la exageración); y, en la década de los cincuenta, aparece una novela social que pondrá en entredicho los principios de la sociedad franquista.
La década de los cuarenta no tiene muy buena crítica, pues está juzgada como unos años muy poco brillantes en la historia de la literatura española.
Predominan la novela rosa, donde sobresale Elisabeth Mulder; y la novela humorística, con Fernández Flórez. En los años inmediatos a la posguerra aparece el realismo tradicional, con J.A. Zunzunegui como autor más representativo de esta tendencia.  En general, lo que importa en las novelas de la tendencia realista es la psicología del personaje y el análisis de sus pasiones primarias, además de la preocupación por los conflictos sociales.
Otros autores importantes de esta época son Torrente Ballester y Delibes, que empezaron cultivando el realismo tradicional, aunque evolucionando hacia diferentes corrientes estéticas.
Gonzalo Torrente Ballester.
Inicia su carrera con Javier Mariño, una novela que, a pesar de su contenido ideológico, se encuadra dentro del realismo tradicional. Lo que interesa de la novela es el personaje y sus conflictos de carácter, además, los personajes son tomados como símbolos de la comunidad.
No denuncia ninguna situación, simplemente observa y narra desde una omnisciencia absoluta. El conjunto de su obra se define como un predominio de la fantasía, a veces mezclada con la realidad, pero siempre paródica y crítica, incluso lúdica.
Camilo José Cela.
No concibe la novela como algo distinto de la vida, sino que ambas están ligadas; además, considera que todo cabe en una novela. La literatura es el producto que se consigue después de haber pasado la realidad por el ojo subjetivo del creador, lo cual implica también que la realidad reflejada literariamente se contagie de ese pesimismo radical con el que el gallego contempla el mundo que le rodea.
Su obra está plagada de personajes marginales, perdedores y desarraigados, especialmente en su faceta tremendista. A pesar de ser considerado como tal, Cela nunca se sintió creador del tremendismo.
Otra característica importante es su capacidad de renovación, sobre todo en la primera época, donde cada una de sus nuevas novelas supone una ruptura estilística y temática con la anterior. La trama suele ceder ante lo psicológico y la escasez de movimiento. Su evolución narrativa se podría considerar como un progresivo avance hacia la desfabulización.
Sus últimas novelas se basan en la repetición y la acumulación de datos y personajes, lo cual dificulta la construcción significativa. El léxico rico y variado contribuye a crear un intenso clima emocional, como por ejemplo en La Colmena.
Otra de sus obras importantes es La Familia de Pascual Duarte, que puede considerarse como la obra inaugural de la narrativa de posguerra. Pertenece a la corriente tremendista, que en este caso no es más que la restauración del naturalismo en la década de los cuarenta. También se trata el determinismo (todos los fenómenos o acontecimientos están determinados por algún motivo), ya que todos los miembros de la familia de Pascual presentan una alteración que los lleva hacia el “mal”. Además, es puro determinismo lo que plantea el conflicto, porque Pascual quiere escapar de su destino, pero está atrapado por él.
Resumen: Pascual, es el narrador-protagonista de esta novela, pues narra desde la cárcel las calamidades que la vida le deparó. Ya de niño era brutalmente golpeado por su padre, expuesto al alcoholismo de su madre, en resumen, criado en el clima hostil de su casa. Todo ello marca la mala suerte que tendrá en el futuro, pues le sucedieron continuas desgracias y malestares en su vida, tales como las muertes de sus hijos y la de su mujer Lola, la prostitución de su hermana y el asesinato a sus manos del Estirao, entre otras cosas. Sin embargo, tanta tragedia se ve eclipsada por algunos momentos de felicidad (el nacimiento de su hijo Pascualillo; cuando ve por primera vez el mar; e incluso, en cierto modo, cuando finalmente acaba con la vida de su madre y logra respirar).
Pascual es el antihéroe que, a partir de la explicación de las causas que le han llevado a cometer sus crímenes, muestra el drama personal de un condenado a muerte. La autobiografía trata momentos puntuales de su vida, sobre todo en los que se desarrolla mayor violencia. Estos momentos están ordenados según el grado de violencia ejercida, y no cronológicamente, así la fuerza narrativa transforma lo truculento en un sólido relato. Además, la novela se estructura temporalmente como un flashback.
La técnica utilizada es un encuentro causal que el autor tiene del manuscrito del libro, es decir, una falsa autoría; el lugar se puede localizar en cualquier pequeño pueblo extremeño de la profunda España rural; y el tiempo se localiza en cualquier momento antes de nuestra europeización.
La idea moral se basa en el deseo de arrepentimiento de Pascual por haberse equivocado de camino; esa actitud, unida al determinismo, hace que sintamos a Pascual como una víctima de las circunstancias.
Carmen Laforet.
Puede catalogarse como una tremendista existencial, ya que considera más importante el sentimiento que los hechos. Tiene una breve obra, con una gran diferencia de calidad literaria entre su primera obra (Nada) y el resto de sus novelas.
Su tema dominante es el análisis introspectivo del alma femenina, que lucha por ella y por los otros en un mundo de tensiones en el que los seres que lo pueblan no saben convivir entre ellos. Su técnica es plenamente realista, y su estilo es sencillo y fluido. Otra novela es La isla y los demonios.
Resumen: Nada trata de una chica joven, Andrea, que vivía en un pueblo y que va alojada poco después de la guerra en casa de unos tíos en Barcelona, para poder estudiar letras en la universidad. Ella va muy ilusionada, pues no pensaba encontrar ese ambiente desastroso que acaba con todas sus ilusiones. En esa casa viven en condiciones pésimas y además entre sus familiares existen muchos conflictos. Poco a poco, Andrea va haciendo amigos y encuentra en ellos la ilusión de vivir. Finalmente, tras muchas anécdotas de sus familiares y la aparición de varios personajes nuevos en la vida de Andrea, ésta encuentra la solución a sus problemas, y se va a otra ciudad con su amiga Ena, llena de esperanzas otra vez.
Nada es una historia de acciones, conflictos y confrontaciones entre seres descentrados que viven en un mundo completamente anormal. Los personajes atormentados por sus propias frustraciones se guían por pasiones primarias, enrareciendo un ambiente que cada día se vuelve más hostil para la protagonista, que narra su historia en primera persona.
El tiempo es lineal, aunque los sucesos anteriores, que han marcado a los personajes, nos llegan con el flashback; el espacio marca la separación entre el piso (simboliza las alas que acaban cortadas), la universidad (simboliza ilusión y libertad) y las calles.
El tremendismo espiritual se deriva del impacto que causa en la joven la comprobación de la distancia que existe entre el mundo que conoce en Barcelona frente al mundo idílico que ella había imaginado.

Inés Menéndez y Lydia Rodero

1 comentario:

  1. Aunque se comente brevemente el realismo tradicional -en Zunzunegui hay que citar alguna obra- y otras tendencias, hay que centrarse en el Tremendismo, como corriente más importante y, sobre todo, en un comentario de "La familia de Pascual Duarte", paradigma y creador del Tremendismo; y de "Nada", asociándola a un tremendismo espiritual.

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