Al ser acertado el uso del habla popular también lo es que el propio narrador incluya en su narración no solo coloquialísmos sino que también un lenguaje preciso y certero que ambienta al lector en el mundo rural en el que sucede la acción. Es decir, el concepto de habla abarca todo lo referido a la utilización del lenguaje, tanto el coloquial de los personajes como el de estilo más literario que emplea el narrador en ocasiones. Deducimos pues que la novela reúne características tanto orales como literarias. Con esto Delibes consigue aproximar al lector a la narración y por lo tanto al mundo narrado. Para lograr fundir en un único estilo de base oral el relato del narrador y el de los diversos personajes, se emplea la yuxtaposición, el polisíndeton, los coloquialísmos o incluso la introducción de pensamientos y palabras ajenas al propio narrador. Por otro lado la propiedad léxica le viene dada por la incorporación de comparaciones, enumeración de acciones o el empleo del vocablo exacto para cada realidad concreta.
El lenguaje es pues de base oral, predominando sobre lo literario ya que el componente estético deriva principalmente de la correlación entre el registro léxico y el registro coloquial, además de la transcripción de un lenguaje perteneciente a una cultura rural. La obra pues parece que está contada oralmente atrayendo al lector hacia los oprimidos con los que se identifica mediante el lenguaje empleado: llano, sencillo y directo pero también efectivo.
Una vez constatada la importancia de lo oral hay que centrarse en el origen de ese léxico de extrema significación que se emplea en la obra. Este, pues, fija el habla y destaca aquel que se relaciona con la caza, la naturaleza o con el entorno rural humano.
Al ser el uso del lenguaje coloquial una de las características más importantes de la novela y al encontrarlo tanto en diálogos como en el narrador, podemos dividir en dos grupos su manifestación en el relato: por un lado recogeremos los coloquialísmos, vocablos y giros coloquiales, característicos de cada personaje, y por otro lado aquellos fenómenos lingüísticos propios de la coloquialidad como son los pronombres pleonásticos o las onomatopeyas.
Bruno Laso Gálvez
Hay que recordar que los títulos de los libros se escriben en cursiva y se subrayan cuando se escribe a mano. No estaría de más tomar algún ejemplo de los muchos que se repiten, como las muletillas de la Régula, los tacos del señorito Iván, y un acertado uso del léxico relacionado con el mundo natural.
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