Lo que a
Delibes le interesa básicamente es el campo, que no se corresponde exactamente
con el concepto “naturaleza” y mucho menos con la idea tópica renacentista del locus amoenus. El campo es la tierra de
cultivo, el entorno inmediato –el monte donde se caza, el río en que se pesca-
del aldeano; el campo es la fusión lógica del hombre con el paisaje, y es
célebre ya la afirmación de Delibes de los que él considera elementos inexcusables
en la construcción de un relato: “Un hombre, un paisaje y una pasión”. En las
novelas de ambiente rural, el paisaje y el paisanaje se funden para conseguir
que la pasión del individuo no pueda desvincularse del espacio en que se
desenvuelve.
La naturaleza
es un término más genérico, es una fuerza que el hombre, sometido
despóticamente a sus caprichos, no puede domeñar. La mano del hombre, en
definitiva, ha moldeado un espacio que le es propio. Y, sin embargo, todo es
nada porque el hombre es un punto minúsculo en la naturaleza. Tampoco presenta
Delibes un medio rural idílico: la vida en el campo es difícil y dura.
Frente al
campo, la ciudad, el espacio urbano en que los valores del mundo natural no
sirven. La naturaleza ha sido doblegada porque el hombre ya no está sujeto a
las inclemencias para llevar el pan a su mesa. El hombre de ciudad compra su
sustento y por ello se ha liberado del poder tiránico de la naturaleza. Pero,
más que por el modo de vida, el espacio urbano se opone al rural, porque el primero
implica el progreso y el segundo, la tradición. En la ciudad el hombre es un
ser desarraigado; en el campo mantiene sus raíces con su cultura y su pasado.
Delibes no
detesta el progreso como tal; le preocupa que el progreso termine con el modo
de vida ancestral de Castilla y los castellanos, porque de la muerte de los
pueblos con la tentación del dinero fácil que luce en la ciudad, lo que resulta
es la muerte de una civilización que ha sustentado un modo de vida en una
cultura centenaria. Con el paisaje muere el hombre, pero también la tradición,
la costumbre y hasta el mismo lenguaje que nombra con precisión cada planta,
cada objeto, cada animal.
Simboliza
también la ciudad, como se advierte en Parábola
de náufrago, la alienación del ser humano, el triunfo de la sociedad
mecanizada que destruye la libertad individual del individuo. La ciudad es un
espacio que se crea desde el progreso y para el progreso, y este se olvida de
la naturaleza, cuando no entra directamente en lucha con la misma. Es a este
progreso artificial que solo busca la explotación irracional de la naturaleza
y, por tanto, su destrucción al que decididamente se opone Delibes. Por tanto,
si la ciudad es el espacio del progreso, es un hábitat que destruye los valores
más esenciales del ser humano.
La ciudad,
meca del progreso y del dinero fácil, embauca al aldeano que abandona su medio
para acudir a un falso reclamo. Debajo de esta idea se trasluce una realidad
social de los años cincuenta y sesenta, el abandono del campo y el crecimiento
disparatado de las ciudades, y aún más, el difícil progreso de adaptación que
para muchos supone la nueva vida, así como el trueque de los antiguos valores
por los nuevos.
Y si el
hombre es el punto de unión de sus temas, hay un marco, un espacio que cumple
la misma función: Castilla, una Castilla real y antirretórica, lejos de la
idealización de la generación del 98, en la que el vallisoletano sitúa a unos
personajes que viven en interacción con el medio, sobre todo, es lógico, en las
novelas rurales.
En las
novelas de Delibes, la ciudad convierte al hombre en un ser gregario que ha
cortado en gran medida sus raíces, mientras que el campesino, al mantenerlas,
representa al individuo desde sus valores más elementales. En el rural el
personaje se enfrenta con la naturaleza desde su propio yo; en la ciudad los
perfiles del individuo se disuelven entre la masa, lo que dificulta la
caracterización narrativa del personaje desde la individualización.
En resumen,
la idea del progreso como un intruso que se cuela lentamente en el mundo rural
y que obligará a cambiar el modo de vida y hasta los nombres de las cosas.
- El campo
- Cómo lo concibe el autor
- “Un hombre, un paisaje y una pasión”
- Novelas de ambiente rural
- La naturaleza, término más genérico
- No es un medio rural idílico.
- La ciudad
- Cómo la concibe el autor
- Diferencia entre el espacio urbano y el espacio rural. Progreso/tradición.
- Ser desarraigado/ persona que mantiene su cultura y sus raíces
- La preocupación de Delibes por el progreso.
- Delibes se opone al progreso artificial (Parábola de naufrago)
- Abandono del campo y crecida de la población de las ciudades
- Castilla como marco de la escena
- Diferencia entre los personajes de la ciudad y los del pueblo.
Lo importante es referirse a la oposición campo / ciudad como lo natural y lo propio del hombre frente a lo artificial y, por consiguiente, la oposición felicidad / infelicidad. También distinguir entre naturaleza y mundo rural. Los puntos del esquema son buenos para hacer un resumen personal.
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